martes, 29 de mayo de 2007

COMPRIMIDO DE IMPRO I

Posología: Administración por todo tipo de vías. Aplicar regularmente.
Instrucciones para la correcta administración del preparado: Abrir el envase con las manos debidamente lavadas. Disolver el contenido en prácticas al gusto. Administrar en un clima de confianza. Distribuir uniformemente por todo el cuerpo. Por tratarse la Impro de una situación contagiosa trabajar en grupo, pero analizar individualmente. Después de cada aplicación cerrar bien el envase. Finalizado el tratamiento deberá desecharse el medicamento aunque no se haya usado en su totalidad. No consultar al médico de cabecera.
Contraindicaciones: Se desconocen.
Precauciones: En tratamiento prolongado pueden aparecer sobreinfecciones producidas por microorganismos resistentes, en cuyo caso debe interrumpirse el tratamiento y aplicar la terapia adecuada.
Interacciones e incompatibilidades: La administración simultánea con otro tipo de compuesto multiplica los efectos. Se recomienda su empleo asociado a otros preparados.
Sobredosis: No se han dado casos de sobredosis. En caso de malformaciones consultar con el grupo de Impro más cercano o Impromadrid Teatro (teléfono 91 533 15 65).
Reacciones adversas: En caso de sensibilización a algunos de sus componentes, puede aparecer reacciones de carácter local, como prurito o enrojecimiento y también puede aparecer visión borrosa durante unos minutos tras su aplicación.
Caducidad: este medicamento no debe utilizarse después de la fecha de caducidad indicada en el envase.
Titular y fabricante: Doctor Pablo Pundik de los Laboratorios Impromadrid Teatro, España, www.impromadrid.com
Este tipo de medicamentos deben mantenerse fuera del alcance de los niños (no lo necesitan).
De venta sin receta.

1. IMPRO: Una palabra fantástica para denominar... el teatro improvisado. Una pieza teatral (larga, corta, fragmentada,...) representada por uno o más actores, creada y construida delante del público sin preparación previa. El misterio de la creación hecha espectáculo. Una sucesión de acciones dramáticas, cuyo sujeto de la creación, interpretación y puesta en escena es la misma persona: el improvisador. La poética teatral al desnudo. Una fascinante apuesta de riesgo para los creadores escénicos. ¡Una gozada para el espectador! Un teatro absolutamente vivo. El público percibe el escenario de la Impro, vacío, inmóvil, espera impaciente el inicio de la acción. Los improvisadores provistos de una infinita motivación para elaborar y comunicar, se disponen a llenar de personajes, lugares, emociones, atmósferas, sensaciones,... el escenario, concretando ficciones teatrales al calor de la acción. Un espacio para desarrollar y plasmar tu poética en constante renovación y movimiento.

2. IMPROVISAR: Es escribir en el aire con mi cuerpo, con mi voz, con mi imaginario. Es hacer teatro, una ficción artística, con el atractivo de que el público percibe que todo está siendo creado delante de sus ojos en ese instante, en exclusiva para él. Es una creación teatral efímera, se desvanece en el momento siguiente a ser creada. De acuerdo, son sólo bocetos, a veces brochazos un poco gruesos, pero muchas otras veces magníficas creaciones que tienen el atractivo de la elaboración espontánea, de la magia y la sorpresa de hacer presente lo desconocido. Y tienen una originalidad, riqueza y levedad que sólo se da en la Impro. No es fácil de lograr. Pero el intento merece la pena. Solo, frente al espectro del vacío, libero mis recursos, tomo decisiones, construyo, creo. Salgo victorioso en la batalla que me enfrenta al monstruo de tres cabezas: tiempo, espacio y público. Como toda creación artística potente produce asombro y algarabía, espanto y angustia. El improvisador debe abordar con flexibilidad y elasticidad, la verdadera vida espontánea de la palabra y el gesto para materializar ficciones en la escena. Es la vida transfigurada. Es el mito escénico de la vida plena, sorprendente y extrema. Liberando censuras el improvisador consigue una manifestación fluida y veraz. Se trata de abrir puertas y transitar insólitos paisajes y lugares y estar abierto al encuentro; estamos continuamente explorando posibilidades. Es un lugar para despertar la espontaneidad, la imaginación, la fantasía, para jugar, para comunicar... Es un momento sublime de creación personal y grupal, utilizando las herramientas técnicas, lo que aparece en escena, a borbotones, es el universo singular y poético del improvisador.

3. EL IMPROVISADOR: DRAMATURGO-ACTOR-DIRECTOR: Improvisar es ejercer de actor, dramaturgo y director a la vez. Es un creador que encarna, escribe y construye situaciones únicas e irrepetibles. Las vive y las hace vivas para el espectador. El improvisador es el elemento fundamental de la Impro, que con su cuerpo, crea y da sentido, transmutando cada vez el espacio escénico. Es un creador de sentidos. Es un sentido creador. Como actor pone en acción su cuerpo y su energía en el espacio, proyectándose hacia el público. Como director guía la escena, una misteriosa brújula interior le indica la dirección a seguir. Como dramaturgo debe crear una línea argumental y un desarrollo interesante y sorprendente. Y muchas veces el improvisador también tendrá que ser escenógrafo, vestuarista, coreógrafo, bailarín, cantante, compositor, creador de efectos sonoros, titiritero,… Es un ser sensible, creativo y arriesgado. Debe conocerse para poder exigirse lo máximo de sí mismo, pero no más. Dolor y alegría, frustración y esperanza surcan el camino del improvisador. Cual experimentado alquimista el improvisador finalmente descubre que el sentido está en la propia búsqueda, que te transforma en un ser más sensible y noble, más amable y generoso, más comprensivo, inteligente y vital.

4. APRENDER A IMPROVISAR: Es un ejercicio práctico de comprensión y asimilación de las herramientas de composición y creación teatral (también de las artes plásticas, de la literatura, de la música, de la danza, etc...). Es una experiencia vital y festiva para recuperar el placer del juego, para sentirte seguro con tu cuerpo y con tus ideas, para encontrarte con tu locura interna. Es estar abierto a lo imprevisto. Es saborear la magia de la complicidad, enfrentarte al enriquecedor trabajo en grupo. Aprender a improvisar es atreverte siempre a más, es liberarte de tu personalidad y adquirir otras formas de vivir (en la escena), más insensatas y audaces, más voluminosas y coloristas. Materializar tus fantasías y temores. Aprender a improvisar es apasionante, tomar continuamente decisiones y disfrutar del vértigo de lo desconocido. Pero también es aprender de la experiencia del fracaso, y no espantarte, hacerle frente, y aceptar su existencia como parte de tu trabajo, del aprendizaje de la Impro. Aprender a improvisar significa acercarte a los mecanismos de composición de la Impro y manejarlos, entrenarlos sin descanso para encontrar una forma personal y potente de expresión en la escena.

5. ESCUCHA: Para poder dar, hay que recibir. Es la primera y principal regla del buen improvisador. Escucharte a ti mismo, tus ideas, tu imaginario, tu cuerpo en el espacio, tus sensaciones y emociones. Escuchar lo que te rodea, tus compañeros, el espacio escénico. ¡Y escuchar al público! Es una escucha siempre personal y sensible, potente y extracotidiana, alerta y disponible. Debes implicarte activamente en lo que está por suceder. Habitas el espacio, para estar vivo. Es tu cuerpo el que escucha y siente. Escuchar, sentir y percibir es algo que tienes que entrenar y desarrollar con la práctica. ¡Despliega tus antenas! Para improvisar tienes que estar abierto.

6. REBOTE: Recibes para dar, para ofrecer algo. Es tu cuerpo el que escucha, que siente, que comprende. Sobre esta escucha, rebotas. Y a partir de este rebote, vas a crear en la escena. El escenario es un campo de fuerzas salvajes. Recibes un estímulo imaginario, físico, conceptual, energético sin una forma definida todavía, que te sirve para dispararte en la Impro. Este rebote te lanza al espacio de la ficción, te transporta al lugar de la construcción, de la composición, de la creación. Y es tu cuerpo el que se transforma para modificar y transformar la escena, para crear sentido. ¡Boing, boing!

7. MOTORES: El escenario está a oscuras, vacío. Voy a iniciar una Impro. Las posibilidades son infinitas. Pero debo elegir una. El espectro devorador del dragón de tres cabezas siempre amenazante, quiere hacer su aparición. Tengo mis armas preparadas para espantarle: los motores. Se trata de elegir un punto de arranque vigoroso en el inicio de la Impro. Existen muchos tipos de motores: sensación (¡hace un terrible calor!), emoción (tristeza, alegría,...), imagen (soy un grano de arena en el desierto), texto (¡Ya no aguanto más!), tipo o personaje, espacio o lugar, ritmo,... Es la pista de lanzamiento, para iniciar el vuelo. ¡Y a volar!

8. DESARROLLO: A partir de un estímulo (escucha), el improvisador rebota y elige un motor para iniciar una Impro. Este motor, es sólo un punto de arranque, con el que el improvisador debe iniciar la acción. Este desarrollo es su creación escénica. Pero en algún momento esa idea se comenzará a agotar. Debemos proceder a volver a escuchar, para encontrar un nuevo motor que estimule nuestro imaginario, para continuar desarrollando la escena. Este es el mecanismo básico para la construcción de la Impro. El improvisador desarrolla el presente, utilizando el pasado. Nunca debe imponer el futuro. En tal caso bloquearía los mecanismos del desarrollo de la escena, dejaría de escuchar lo que sucede, inhibiría la acción (que es presente), vamos ¡un desastre! Improvisar es acción, es vivir en presente.

9. ACONTECIMIENTO: Iniciamos la Impro con una situación más o menos interesante. En un momento dado, aparece algo que crea un desequilibrio en la escena, algo que relanza la acción a un sitio sorprendente. Algo inesperado para el improvisador. Un contratiempo que hace que los personajes redefinan su acción. Lo que provoca este desequilibrio es el acontecimiento. Los acontecimientos desencadenan acción.

10. ESPONTANEIDAD: En la Impro si dudas estas perdido. Tienes que tomar decisiones y avanzar. No caben los prejuicios. La Impro es un ejercicio de velocidad y rapidez. La forma de ser justo y preciso es ser espontáneo. Y esta espontaneidad revela muchas cosas. En la vida estamos acostumbrados a ocultar, diluir, reprimir o aplazar nuestras inquietudes, deseos, fobias, pasiones, sentimientos,… hemos aprendido a ser no espontáneos. La Impro te exige ser espontáneo. Algunos han llamado a la Impro Teatro Espontáneo. Al improvisar (y ser espontáneo) me expongo. El material de trabajo soy yo (mi cuerpo, mis ideas, mi imaginario, mi cultura, mis torpezas, mis inseguridades, mi ignorancia,…). Es así. Salimos a escena a mostrarnos. Y el escenario es el peor sitio para ocultarse. Si quieres esconderte deberás buscar otro sitio, aquí se te va a ver. La Impro es el arte de la espontaneidad. ¿Dudas o te bloqueas porque te faltan ideas? No, dudas o te bloqueas porque crees que tus ideas e impulsos están fuera de lugar, son torpes, no suficientemente interesantes, etc… Quizás no tenga la inteligencia y elevación que te gustaría, pero será sensible y honesto. No te censures y sé espontáneo. En la Impro si dudas estas perdido. El improvisador es adorablemente incorrecto.

11. COMUNICAR: El improvisador tiene la voluntad de comunicar. Debe proyectar en el espacio su creación y llegar al público de forma precisa y contundente. Y en este punto nos obligamos a alejarnos de la forma de comportamiento y expresión cotidianos. Debemos ser extra-cotidianos. En la escena todos nuestros mecanismos cambian; nuestro cuerpo, voz, energía, mirada, ritmos,... Somos seres escénicos. Y debemos desarrollar esta capacidad que, sin dejar de ser en extremo sensible, nos convierten en una bomba. En la medida que nos impliquemos en la Impro, el público se sentirá envuelto y fascinado. El improvisador debe ser explosivo, incendiario.

12. IMAGINACIÓN: Es la capacidad que tenemos para crear y generar imágenes. Es una cualidad de los seres vivos que los humanos adultos, en general, tenemos bastante atrofiada. Improvisar significa liberar el imaginario: el mío, el de mis compañeros y el del público. Una infinita y desconocida vida secreta habita en ti. Se trata de destapar esa botella de concentrados diversos que se agita en tu interior, que fluya y circule. Una frágil llama que debes mantener viva, que debes alimentar. En nuestra vida cotidiana hay pocos momentos para ese juego divertido que es imaginar. Es más fácil, cómodo y seguro recorrer un camino ya construido; improvisar es adentrarse cada vez en un nuevo territorio y abrirse camino. Debemos descongelar y desengrasar el imaginario. Recuperar el placer de imaginar, para poder traspasarlo al cuerpo y a la acción en la escena. ¡Y contagiar al público! La imaginación me permite separarme de la realidad, liberarme de mi personalidad: yo soy yo, pero también puedo ser muchos otros. La improvisación nos lanza a construir otros mundos, experimentar otras movidas, disfrutar (o sufrir) otras vidas. ¡El improvisador es un vividor!

13. RECEPTIVIDAD: El buen improvisador es un aceptador compulsivo. Lo que me sugiero a mí mismo y lo que me propongan mis compañeros. Por inverosímil y extraño que parezca. Aceptar las propuestas facilita el desarrollo de la Impro, da una extraordinaria apariencia de fluidez. Y aquí volvemos a lo extracotidiano de la situación. En la vida estoy a la defensiva de lo que nos pueda descolocar, de lo que me saque de mi centro. Desconecta tu negatividad frente al mundo. Vaciarte, para estar disponible. Improvisar es abrir puertas a lo inexplorado, misterioso y oculto, sumergirme en situaciones inverosímiles y peligrosas. En la vida me destruiría, en la escena me hace ser singular y espontáneo. El improvisador avanza alegremente hacia lo desconocido.

14. BLOQUEAR: En la vida tendemos a bloquear los impulsos (para tener tiempo a dar una respuesta más segura y aceptable, más lógica y correcta, por inseguridad, yo qué sé,…) Ante una propuesta de tus compañeros puedes responder aceptando, bloqueando o rechazando: si, si pero, no. Lo mismo con tus ideas e impulsos. Decir “no” es bloquear. “Si pero”, retrasa la acción. “Si y…” aceptas y haces avanzar la acción. El buen improvisador entra en las propuestas y abre nuevas vías. Requiere una escucha total. Esto no implica la ausencia de conflictos o tensiones en la escena. Aceptamos entrar en conflicto. Es una tensión entre personajes, no entre intérpretes. Cuando hay conflicto entre personajes la acción avanza. Raras veces en la vida estamos tan de acuerdo, como en la Impro. Esto provoca situaciones especialmente interesantes. ¡Hazlo!, el público lo agradecerá.

15. ORIGINAL: Descubrir, asociar, combinar, unir, enlazar, mezclar, fundir, separar, disolver... para conseguir cada vez un novedoso fenómeno escénico: la Impro. El improvisador, no se limita a imitar, ni repite pautas ya conocidas. Justamente aceptar, implica estar abierto a las propuestas desconocidas, dejar que mi imaginario fluya hacia lo insospechado y me afecte, me lance más allá de lo cotidiano y lo previsible. El improvisador es excéntrico (fuera de su centro). En escena el improvisador desarrolla, situaciones únicas e irrepetibles, a partir de las ideas y acciones que se van sucediendo en la Impro. Prolonga la vida trasponiéndola. Es una dramaturgia absolutamente elástica y maleable. Acepto no controlar la situación, esto me obliga a ser creativo y original. Siempre renovando mis experiencias escénicas. El improvisador trabaja con las virtudes de lo original, de lo que se presenta por primera (y única) vez. Este desafío provoca una admirable sorpresa, aunque no está exenta de riesgo.

16. COMPLICIDAD: Ignoro completamente lo que va a suceder, lo que va ser de mí, en el momento que se ilumine la escena. Pero tengo una certeza, mi compañero va a hacer propuestas muy jugosas. Él confía absolutamente en mí, sabe que puede contar conmigo. Es un juego y nos necesitamos. Si llegamos a este estado de conexión y complicidad todo va a ir sobre ruedas. En escena mis compañeros son mi mayor tesoro. Se trata de vincularme, mediante la acción, físicamente y emocionalmente con el espacio y con los otros improvisadores. La credibilidad y potencia de una propuesta depende del grado de aceptación. Tu presencia cobra sentido al ser valorado por el otro. Nos definimos en el vínculo. Nada de lo que hagas en escena es inocente, pero cobra valor en el momento que tú y tus compañeros le dais importancia. Hay que estar alerta y disponible en cada improvisación, debes adaptarte de una forma siempre sensible a la situación, ya que cada improvisador es un ser singular y excepcional, y por tanto imprevisible; y si estoy en escena realmente abierto y generoso, el público será también un gran apoyo para esta riesgosa empresa que es improvisar. Desde sus butacas me enviarán señales inequívocas del interés que suscita la Impro. En la medida en que tú te impliques él se implicará. Por otro lado la Impro gira en torno a relaciones. Mi personaje se va construyendo en el escenario, a través de las reacciones que me vinculan con lo que me rodea. No es tan interesante definir mi personaje en sí, sino descubrir quién o qué soy para el otro y quién o qué es él para mi personaje. Los personajes se van definiendo en el desarrollo de la acción. ¡No te olvides de accionar!

17. EL ESPACIO VACIO: El espectáculo va a comenzar. ¡Y el actor no sabe lo que va a hacer en los instantes siguientes! Todo es una incógnita. Contempla el espacio, respira, hay esperanza. El improvisador irá llenando de contenido y sentido dramático con sus acciones el espacio que le rodea, su cuerpo, la presencia de sus compañeros. Donde hace un momento sólo había un escenario vacío, ahora tenemos un edificio en llamas, una isla desierta o un conducto intestinal. Donde había un cuerpo neutro tenemos una bella heroína huyendo de las llamas, un naufrago o un malicioso virus. Donde había silencio, tendremos unas desesperadas llamadas de auxilio, un llanto desconsolado, o los perversos sonidos de un extraño ser. Su labor es crear y materializar todas estas ficciones, al calor de la acción. Estoy vivo, dando vida a lo que me rodea. El improvisador disfruta con la incertidumbre. Transformo la indeterminación del espacio vacío en un universo concreto y singular. El recorrido es de lo superficial y azaroso a lo transformador y profundo.

18. VERTIGINOSIDAD: Y de repente en el escenario, donde yo tenía los pies apoyados y seguros, al encenderse la luz se abre un desconcertante abismo. El improvisador toma la decisión de empezar. Es el primer momento crítico. Y transforma la escena. El vértigo siempre está al acecho y el improvisador convive continuamente con él. Debes hacerte su amigo. Improvisar es una creación de riesgo. Esta inquietud interior te proporciona una energía muy especial. A veces brutal, podríamos decir que estamos en trance. ¿Poseídos? Es necesario un alto nivel de confianza en uno mismo y en los compañeros. En la Impro puede suceder cualquier cosa, pero tenemos que estar jugando a lo mismo, en sintonía. El juego proporciona la estructura necesaria a la Impro. Esta estructura se va creando sobre la marcha, vertiginosamente. Asumir y crear esta estructura diferencia al buen improvisador. ¡El que piensa pierde! Pocas veces quedamos satisfechos de nuestro trabajo en la Impro. Pero mañana tendremos una nueva oportunidad para sentirnos inspirados y disfrutar del vértigo de la improvisación. Esta incomodidad es justamente la generadora de la magia y la potencia de la Impro. El improvisador ante el vacío del futuro (y la decepción o los éxitos del pasado) vive el presente.

19. JUEGO: Improvisar requiere un gran esfuerzo y energía. Por momentos parece una tarea endiablada y frustrante. La clave está en descubrir que improvisar también es jugar. Es vivir (y divertirse), con la seriedad máxima del juego, las distintas situaciones que se me presentan. Improvisar es jugar a ser (otro). Es un momento de alineación pasajera, de creación de una nueva realidad, otras coordenadas entran en juego. Como jugar, improvisar implica tomar decisiones inteligentes en el momento justo. Ser eficaz dentro de una dinámica grupal y estar al servicio de la escena. Un alto grado de entrenamiento en la Impro agudiza el sentido de lo justo y preciso en la escena. ¡Y provoca un tremendo placer practicarlo! Tiene efectos catárticos. Improvisar, como en los juegos, es a vida o muerte, es muy divertido. Improvisar es divertir divirtiéndote.

20. IMPRO-ESPECTÁCULO: Y llega el momento de hablar de los espectáculos de Impro. El Match de Improvisación y el Theater Sport son los más populares mundialmente. Ambos están estructurados como si fueran enfrentamientos deportivos entre equipos. Hay un reglamento, un árbitro que controla el buen desarrollo del juego y finalmente, con los votos del público, un equipo ganador. El espíritu competitivo sobrevuela la contienda. Para el público tienen la vibrante fascinación de los espectáculos deportivos y para los improvisadores la abrasadora sensación de la competición. Se organizan campeonatos, amateur y profesionales, nacionales e internacionales. Los distintos grupos que practican Impro han creado otros espectáculos no deportivos (alejándose de sus rígidas reglas de la dureza de lo competitivo y de la dependencia del voto del público). Hay espectáculos para todos los gustos, unipersonales, dúos, compañías numerosas, programas de televisión, cabareteros, infantiles, long forms (una pieza larga de teatro), fragmentados (piezas breves), mezclados con otras artes,... Es el gran atrevimiento del improvisador experto: crear su propio formato de Impro.

21. ESPERANZA HAY: La Impro esta abierta a todas las propuestas. Improvisar es tener esperanza. En tus ideas y en la de tus compañeros. Esperanza en lo que va a suceder en la escena. Es un enorme esfuerzo en este mundo tener esperanza. Viviendo el presente, desafío al futuro. Improvisar también es transmitir esperanza. Ilusionar al público, ¡lo que está por suceder merece la pena! Y aunque el éxito se te escurra, el improvisador tiene el deber y la ilusión de no desfallecer, seguir firme en la brecha. La Impro muestra historias de hombres y mujeres desde distintas ópticas, ángulos y miradas, y esto no es banal ni inofensivo. El espectáculo de Impro es intenso y conmovedor, sorprendente y emotivo. La Impro provoca una energía especial. El público disfruta de la frescura y la chispa de los improvisadores. La Impro consigue algo notable: renovar la confianza en las artes escénicas.

NOTA: Las Autoridades Sanitarias advierten: La Impro es beneficiosa para la salud.

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